Me intriga el cuerpo humano, su constante devenir me llevó a pensar en su fragilidad, estructura y significado, como piel, como carne, como figura deformable y modificable. El cuerpo es el reflejo de la mente. Somos un cuerpo, medio por el que tenemos contacto con el exterior, somos una experiencia constante que no puede evitar sentir una fragilidad inmutable, una debilidad ajena, designada. Encarno, por medio de mis esculturas, cuerpos suspendidos sin identidad, que sin ser figurativos se revelan como figura; gesto de piel que habla de cuerpo y erotismo, condensándose en una dualidad de levedad y pesadez. Es un producto del mercado, es parte de un todo, que sin estar en evidencia está en presencia.